Mario Zlotnicki en el Acervo Institucional
(Berlín, 1930 – Montevideo, 2001)
Con mucho gusto presentamos esta exposición que reúne pinturas y dibujos de la última etapa creativa de Mario Zlotnicki en Uruguay, que pertenecen el Acervo Artístico Institucional del IENBA.
Zlotnicki fue integrante de la Escuela Nacional de Bellas Artes, artista y docente del Taller Asistencial y de Especialización de Mosaico y participante de varias campañas de sensibilidad visual de la Escuela. A la muestra se integran tres textos escritos por los profesores Javier Alonso, Héctor Laborde y Carlos Seveso que ponen en diálogo las obras con el contexto social y artístico de Zlotnicki.
En la actualidad el Acervo reúne obras de estudiantes, egresados, egresadas y docentes, en diversos lenguajes: el plano (grabados, fotografía, serigrafías, pintura, técnicas mixtas, etc.), volúmenes escultóricos (metal, madera, cemento, cerámica, piedra, etc.); así como obra de artistas que no pertenecen a la institución pero que se considera de interés su incorporación.
Con esta muestra se busca comenzar a abrir fragmentos del patrimonio de la Institución con el objetivo de dar a conocer, extender y provocar posibles indagaciones y nuevas secuelas.
Mario Zlotnicki, artista, amigo y compañero de ruta.
Por Prof. Javier Alonso
Para aquellos que no lo conocieron, Mario, nació en Alemania, Berlín, en 1930 y falleció en Uruguay, Montevideo en el año 2001.
Fue estudiante de la Escuela Nacional de Bellas Artes cuando dependía del Ministerio de Instrucción Pública. Egresa de la misma en 1950, tenía 19 años. Realizó luego del egreso una especialización de 2 años en la misma Escuela en los años 1950/52. El 16 de mayo de 1961, fue designado por el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República, encargado de curso interino del Taller de Mosaico de la ENBA, a propuesta del profesor Don Leopoldo Agorio (Interventor designado por el CDC de la Escuela, que desde 1957 formaba parte de la UDELAR). El 3 de diciembre de 1962, el CDC, designó a Zlotnicki, profesor titular del Taller Asistencial y de Especialización de Mosaico, cargo que llevó a cabo hasta el cierre de la ENBA por la dictadura. Cuando la Escuela es clausurada, Mario se traslada con su familia a Israel. Rosa Zibil, su esposa, uruguaya, nacida en 1930, sus 2 hijos, Eduardo Zlotnicki (1960) y Dora, (1961). En 1985 al retorno de la democracia, Mario es restituido en su cargo de profesor encargado de curso de mosaico y pintura mural, al amparo del estatuto docente del 23 de marzo de 1985.
Hablar de su pintura implica en mi caso, referirme a su condición de maestro, ya que la enseñanza universitaria de las artes plásticas y visuales experimentó un cambio sustantivo a partir de 1960. Este proceso en tan conflictiva década 1960/1973, fue un verdadero crisol de creación educativa con clarísimas derivaciones. Mario formó parte de este proceso revolucionario (en los 60 y primera parte de la post dictadura) encarnado en la mejor esencia de la modernidad, su propuesta educativa, de carácter activo, no solo acompañó la reforma integral de la ENBA, dejando atrás la academia importada y ampliamente superada del Plan de Estudios de 1943, sino que aplicó el carácter activo de la educación a la hora de las definiciones estéticas en los estudios de grado, ampliando a la alta especialización.
Esta pequeña selección de la pintura de Mario Zlotnicki corresponde a su último período creativo en el Uruguay. Por otra parte la iniciativa me parece muy oportuna y necesaria. La extremada sensibilidad en el color, en sus relaciones y condiciones estructurales en estas obras, poseen a su vez el rigor de quien buscó sin condicionantes previas la expresión genuina y el lenguaje contundente. Condiciones no menores que provocan y despiertan necesidades espirituales que amplían y enriquecen nuestra existencia. El arte de Mario es desafiante ante las convenciones, aun aquellas que se alzan como Modernas, pareciera que ante la aventura de crear partiera siempre de cero. El grafismo, la pincelada ágil, los colores, sin la mínima presencia de claroscuro, revelan significados esencialmente pictóricos. Aun cuando pueden evocar atmósferas, distancias, espacialidad, en relación siempre al soporte. Nunca es naturaleza, ni geometría, mas bien sus abstracciones apuestan a un orden de relaciones que se ajustan evocando únicamente la dimensión espiritual y el oficio de pintar. Esta dimensión íntima y sustantiva se convierte en poderoso lenguaje cuando se conecta al muro y a lo urbano. Me refiero al mosaico en sus inicios, al muro pintado en la arquitectura y se convierte en plenamente sustantivo cuando se extiende en el espacio urbano, en la pintura de casas, corredores, patios, puertas… allí su arte en formato colectivo es acontecimiento social. Me refiero concretamente a las pinturas murales en el Barrio Sur en la década de los 60, así como la pintura de fachadas de la ciudad de Dolores, Departamento de Soriano y a las campañas de sensibilización visual de la ENBA de esa misma época, de las que fue protagonista ejemplar. Depuración formal en los grados más sutiles en que forma y color estructuran la expresión, el orden, la armonía y la espiritualidad. Todo ese oficio y sabiduría al servicio de una cultura libre y sin dogmas, libre para crear, libre para compartir.
Mario Zlotnicki: colorista de figuración no descriptiva.
Por Héctor Laborde
Dentro de la reforma de la ENBA de los años 1960 a la actualidad actuaron y se formaron grandes coloristas que trascendieron y trascienden en el arte nacional como Miguel A. Pareja, Silvestre Peciar, y los pertenecientes al grupo Cerámica del Carrito, Javier Alonso y Jorge Errandonea entre otros.
Debo señalar la importancia como artista y colorista de Mario Zlotnicki, considero su pintura dentro de una figuración no descriptiva donde el color, la forma, y la forma del espacio, se integran y dialogan en un entorno mágico y espiritual, en un profundo sentido de síntesis.
Es difícil encontrar dentro del arte nacional artistas de su importancia como colorista.
Su obra nos impacta, el color nos golpea en un dialogo firme y poético. Siento que cuando veo su obra me renuevo espiritualmente, a partir del conocimiento de una identidad única.
Mario creía firmemente en la propuesta de la ENBA y su compromiso social. Algunas de sus obras se imprimieron en serigrafía en esa idea de comunicación y compromiso.
Lo esencial y simple de su lenguaje permiten que la mayoría de sus obras puedan ser reproducidas en lenguajes seriados, como la offset, la serigrafía e incluso en impresión digital sin que esto implique un deterioro de su valor expresivo de comunicación.
Respeto y cariño es lo que me inspira este gran artista.
Mario.
Por Prof. Carlos Seveso
A Mario lo conocí recién en los años de la re apertura de la ENBA.
Fue de esa generación que nosotros no tuvimos contacto por el corte que produjo la dictadura y que salvo algunos artistas que quedaron en el país como Spósito, German Cabrera, Pareja, Pascual Grippoli, etc. no conocíamos personalmente y tampoco su obra.
Sumamente parco, como que la vuelta al país y a esa nueva Escuela lo desacomodaba un poco. Directo en los análisis, casi duro, propio de cuando en aquellas discusiones por el color de los 60, casi que te jugabas la ropa.
Precisamente, un colorista muy culto, que leía las manchas de color casi que por un cálculo matemático, me daba la impresión, buen alumno de Pareja también me lo imagino.
Su pintura firmemente abstracta me interesó realmente, muy cargada de “sesentismo”, pero muy coherente y leal consigo mismo.
Fotografía y postproducción por Docente Sandra Marroig del Área de Foto-Cine-Video del IENBA.